"Un trato no cortés rompe muchas relaciones antes de comenzar" -
Gregorio Marañón
Al oír la palabra etiqueta, algunos, o muchos, sienten que nos estamos refiriendo a antiguas reglas de conducta que gobernaban las relaciones entre individuos de altos estratos sociales en actos solemnes y públicos en el pasado. O las normas que dictan los procedimientos de los actos oficiales, en cuyo caso nos estaríamos refiriendo al protocolo. Pero hoy más que nunca la etiqueta está de rigurosa actualidad. Las nuevas generaciones suben con una elevadísima preparación técnica pero con grandes deficiencias en el manejo de su imagen personal y en el establecimiento y desarrollo de relaciones tanto personales como profesionales.
Etiqueta, urbanidad, cortesía, saber estar, empatía, civilidad ... son palabras que se refieren a un conjunto de normas y usos que, escritos o no, gobiernan las relaciones entre las personas en todos los ámbitos de su vida. Así pues, la etiqueta se refiere a comportamiento y no a procedimiento.
Podríamos definir la etiqueta como aquel conjunto de normas y usos que gobiernan la conducta de la persona en una sociedad civilizada. Nos ayuda a interactuar los unos con los otros, abrazando valores morales, sociales y comunales (como parte de una sociedad o comunidad) en una atmósfera de respeto mútuo.
La etiqueta se basa en el conocimiento del correcto comportamiento que cada situación requiere para poder desenvolverse de forma relajada y confiada, y crear a nuestro alrededor un clima de confianza en el que los demás se sientan importantes y respetados.
Los tiempos de hoy son distintos a los de mi juventud, igual que imagino que diría mi madre cuando ella tenía mi edad y que dirán mis hijos en su momento .
Siento que mi generación recibía una educación en el entorno familiar que no se recibía en ningún otro lugar (más que en las escuela destinadas a formar “señoritas”, que no era otra cosa que formación en etiqueta social) y que hoy esa educación no se da, bien por falta de ese entorno familiar, bien por falta de tiempo de los miembros de la familia.
Todavía puedo escuchar la voz de mi madre o de mis abuelas diciendo “saluda a los invitados”, “no te vayas a dormir sin dar las buenas noches ni te levantes sin dar los buenos días. No vives sola”, “Siéntate a comer limpia, vestida y peinada”, ...
Todas esas pequeñas pero constantes “instrucciones” que recibíamos iban calando en nuestros modales de forma natural y sencilla, de modo que aprehendíamos cómo comportarnos ante las diversas situaciones sociales a las que nos veíamos expuestos. Nunca consideré que alguna de ellas no tuviera sentido. Más bien entendí que cada una tiene un mensaje más allá del propio comportamiento en sí.
- Desear las buenas noches y un buen día a quienes viven con nosotros es muestra de nuestro cariño y de dar importancia a la presencia de los demás (no hacerlo sería ignorarlos y con ello vendría el distanciamiento). El ser humano es, por naturaleza, un ser social. Para crear una convivencia armónica hay que crear un ambiente agradable y respetuoso, donde cada miembro se sienta necesario y necesitado de los demás.
- Sentarse a comer limpio, vestido y peinado muestra el respeto por uno mismo y por los demás. La comida en familia (como con cualquier otro grupo de personas) es un momento de convivencia y de disfrutar de los olores y sabores de los alimentos. Por ello, trataremos de no interferir ni con olores personales ni con cualquier otra conducta que limite o elimine ese placer. De ahí, no comer con la boca abierta, no hacer ruidos al masticar o hablar con la boca llena, no beber mientras se tiene comida en la boca, no eruptar (en la cultura occidental), no sonarse la nariz en la mesa, no anunciar que se va al cuarto de baño sinó simplemente excusarse y levantarse, usar los cubiertos adecuadamente y no manchar la mantelería ni la servilleta en exceso ...
- Sentarse a comer limpio, vestido y peinado muestra el respeto por uno mismo y por los demás. La comida en familia (como con cualquier otro grupo de personas) es un momento de convivencia y de disfrutar de los olores y sabores de los alimentos. Por ello, trataremos de no interferir ni con olores personales ni con cualquier otra conducta que limite o elimine ese placer. De ahí, no comer con la boca abierta, no hacer ruidos al masticar o hablar con la boca llena, no beber mientras se tiene comida en la boca, no eruptar (en la cultura occidental), no sonarse la nariz en la mesa, no anunciar que se va al cuarto de baño sinó simplemente excusarse y levantarse, usar los cubiertos adecuadamente y no manchar la mantelería ni la servilleta en exceso ...
Las familias eran la escuela de etiqueta donde aprendíamos que nuestra libertad termina donde empieza la libertad del otro. La etiqueta no es más que ese conjunto de normas básicas de comportamiento que facilitan la convivencia y las relaciones con los demás. Esas normas de etiqueta poco tienen que ver con unas reglas encorsetadas que regulan procedimientos públicos y solemnes o fiestas de alto copete.
Se trata de reconocer que el éxito de nuestras relaciones personales, sean en nuestro ámbito público o en el más privado, se fundamenta en nuestra habilidad para crear ese ambiente agradable a nuestro alrededor. Hablamos de la capacidad de crear una buena experiencia a quienes se relacionan con nosotros.
Nuestro éxito profesional hallará fundamento no sólo en nuestros conocimientos técnicos, sinó además, y me atrevería a decir que sobre todo, en nuestra habilidad para crear y desarrollar unas relaciones personales sólidas, y para ello encontraremos en la etiqueta un provechoso aliado.
La falta de etiqueta, de buenas maneras, de buenos modales, de cortesía o nómbralo como más te guste, puede arruinar tu vida personal por deficiencias en la construcción y desarrollo de tus relaciones con los demás. También puede obstaculizar el desarrollo de tu vida profesional porque, siendo técnicamente muy capaz, puedes carecer de las habilidades necesarias para establecer relaciones con tus compañeros de profesión o tus clientes. Hoy más que ayer, muchas empresas se ven en la necesidad de contratar los servicios de los Consultores de Imagen porque hay un vacío educativo en la imagen y los modales de las nuevas generaciones que llegan al mundo laboral. No te sumes a ese grupo, más bien toma ventaja e instúyete en el arte del saber capitanear las situaciones que ocurren a tu alrededor. Si tú tomas el mando, tendrás el poder de dirigir. Si lo dejas en manos de otro, serás dirigido. Tú eliges.
En este breve artículo espero haber podido mostrar:
- Que la etiqueta no es un cúmulo de normas rígidas que regulan actos solemnes y públicos, sinó más bien el comportamiento que debemos desplegar en nuestras relaciones interpersonales, sean éstas de nuestro ámbito público o en el más privado.
- Que la etiqueta no es un término que quedó sepultado en el ayer, sinó que tiene un presente muy sólido y un futuro prometedor.
Escrito por Beth Borés
Consultora de Imagen
bethbores@personalimagecompany.com
EXCELENTE !!! Y felicitaciones querida Beth por hacernos detener a pensar un segundo en nuestra cominucación con el "otro". lo hemos publicado en
ResponderEliminarmundoeclecticoradio.blogspot.com.ar
Gracias a tí María del Carmen, por el apoyo y por ayudar a extender cosas tan importantes como el buen trato y la educación que a veces parecen un poco olvidadas. Un abrazo.
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